Para muchas personas, ser diagnosticadas de diabetes supone un giro 360 grados en la manera de vivir y entender la vida. Toda tu vida cambia cuando eres diagnosticado con diabetes: Vivir con diabetes supone un cambio en tus hábitos, planes futuros, intimidad, vínculos sociales, tu imagen corporal, responsabilidades, la relación con la comida, tu identidad…
¿Quién eres ahora con diabetes?
Este cambio activa un proceso de duelo por lo perdido más allá de lo que mi páncreas ya no hace, que asalta con pensamientos como tipo “¿Qué hice yo para merecer esto?” “¿Qué hice mal?” y emociones como rabia, culpa o tristeza. Y, al mismo tiempo, abre la puerta a una aceptación activa, que devuelve agencia y sentido de vida al integrar finalmente la diabetes en tu vida. Porque aquello que no eres capaz de aceptar, es la causa de tu sufrimiento.
Y a veces uno puede confundir aceptación con resignación o pasividad…¡Nada más lejos de la verdad! Resignarse es sentir que no hay nada que hacer, dejarse llevar por las circunstancias, aguantarse o no actuar.
Aceptar, sin embargo, tiene que ver con reconocer mi realidad, validando mis emociones y comprendiendo finalmente mi realidad presente (con sus retos) y así soltar la lucha interna para elegir cómo responder de la mejor manera. Es observar: “Esto está pasando ahora” sin añadir un discurso castigador.
No es aprobar lo que duele ni conformarse pasivamente o permanecer inerte ante posibles riesgos para nuestra salud.
La aceptación abre espacio para decisiones más sabias y sostenibles: nos quita el ruido de la culpa y nos devuelve energía práctica para cuidarnos. ¡El enfoque y la energía cambia enormemente!
Ejemplo:
Se trata de:
- Claridad: nombrar lo que ocurre y lo que implica.
- Acción: elegir conductas alineadas con tus valores.
- Amabilidad: tratarte con respeto, no con autoexigencia destructiva.
La aceptación no borra emociones intensas (frustración, tristeza, miedo). Pero al permitir sentirlas en lugar de evitarlas, deja de ser una lucha constante. Como dice la aceptología: lo que no aceptamos se convierte en sufrimiento; lo que aceptamos, en aprendizaje.
Cuando vivimos en el presente y observamos que todos los sentimientos son permitidos, solo entonces podemos avanzar hacia la aceptación, lo que finalmente conducirá a un mejor autocuidado y a vivir con mayor libertad con la diabetes
Y en este proceso de aceptación, no hay un cronograma ni un orden a seguir en diabetes.
¿Cómo puedes reconocer donde te encuentras en este proceso de duelo o añoranza por lo perdido?
El duelo no deja de ser una respuesta emocional y cognitiva ante una pérdida. Y en la diabetes, la pérdida puede sentirse así de un día para otro:
- La espontaneidad o libertad que teníamos antes sin la necesidad de planificar.
- Confianza en tu cuerpo y cómo era antes.
- Autoestima y confianza.
- Ciertas rutinas sociales o alimentarias.
- Expectativas sobre el futuro.
Y también supone aceptar nuevas realidades:
- Una nueva identidad: ¿Quién soy ahora con diabetes?
- Dispositivos pegados al cuerpo y un aprendizaje continuo.
- Nuevas responsabilidades: contar carbohidratos, ajustar insulina, monitorizar mis niveles de glucosa…
- Permanencia: es una condición crónica, 24/7.
- Un futuro diferente, que necesita planificación.
Tabla de contenidos
ToggleFases frecuentes del duelo
Y aunque no hayas sido diagnosticado recientemente es muy útil para cualquier persona porque te permite ver lo que has evolucionado, o saber dónde te encuentras ahora. No tienen por qué ser cronológicos, puedes ir solo por uno o por todos.
- Impacto/negación: “Esto no me puede estar pasando.” Una defensa mental para protegernos del shock.
- Rabia: enfado contra el cuerpo, el sistema sanitario o la injusticia de la situación.
- Negociación/culpa: “Si me cuido perfecto, quizá lo pueda revertir.” O pensamientos de “si hubiera…” que generan culpa.
- Tristeza: la evidencia de lo perdido, pensamientos catastrofistas. Aquí suele aparecer disociación y aislamiento.
- Aceptación activa: integrar la diabetes como parte de ti, no solo de tu vida; sin verla como enemiga o una parte separada de ti.
El objetivo con esto no es que trates de evitar estas fases. Sino que seas capaz de reconocer en qué fase te encuentras al poder nombrar y validar tus sentimientos. En este artículo podrás encontrar más información sobre las diferentes fases.
Por qué importa en diabetes
- Reduce la lucha interna que agota y dificulta la adherencia. Gastar energía en reproches añade peso a tu carga mental y deja menos energía para el autocuidado real.
- Mejora la toma de decisiones en momentos de estrés: menos reactividad, más claridad.
- Favorece la consistencia de hábitos pequeños que, sumados, marcan la diferencia a medio y largo plazo.
- Protege la relación contigo misma y con tu plan de cuidado: cuando te tratas con respeto, es más fácil seguir un plan sostenido.
Aceptar no es negar metas ni renunciar a mejoras; es cambiar la postura emocional desde la que las perseguimos.
Mitos frecuentes
- “Si acepto, me relajo y empeoro.”
Responder: La aceptación aumenta la claridad para actuar. Desde una mente más serena se implementan mejores estrategias. La aceptación está en el presente, no en el pasado o futuro. - “Aceptación es pensamiento positivo.”
Responder: No. Es realismo compasivo. Nombra lo que hay y lo integra —sin adornos ni discurso negativo— para poder escoger la próxima acción. - “Solo necesito fuerza de voluntad.”
Responder: La voluntad sin autocompasión se quema. La aceptación actúa como combustible estable: sostiene cambios cuando la motivación flaquea.
Estrategias prácticas para cultivar la aceptación
Autoconciencia emocional
Las emociones intensas son parte del viaje. Reconócelas como olas: vienen y van. Siguiendo con el mismo ejemplo de arriba:
Rutinas mínimas viables
Define tus no negociables: insulina/medicación, monitorización, hidratación, movimiento breve. Mejor pequeño y constante que grande e intermitente.
Aceptar errores y días difíciles
Habrá hipoglucemias, hiperglucemias y catéteres que fallan. No es fallo tuyo de por sí, es parte de la condición. La compasión contigo mismo reduce la frustración y te da claridad para hacerlo mejor la próxima vez.
Círculo de influencia
No controlas los eventos (donde van a comer tus amigos, los comentarios de otras personas, que de repente llueva cuando tenías pensado salir…), pero sí tu respuesta. Entre estímulo y reacción hay un espacio: ahí está tu libertad para decidir.
Equilibrio de energías
La energía masculina (disciplina, esfuerzo) es útil, pero si vives solo desde ahí, la diabetes se convierte en “enemigo”. Equilibra con energía femenina: compasión, descanso, colaboración con tu cuerpo. Es un cambio de lucha a alianza.
Microhábitos de aceptación
- Al despertar: 3 respiraciones + una intención del día.
- Antes de comer: pausa de 10 segundos.
- Después de comer: caminata breve.
- Por la noche: escribir “qué funcionó hoy” y “qué ajustaré mañana”.
Red de apoyo y comunicación
Hablar con familiares y amistades desde la vulnerabilidad:
- “Ayuda cuando me acompañas a caminar, no cuando me vigilas lo que como.”
- Comparte cómo afecta la diabetes a tus emociones, no solo tus glucemias.
Diferencias en DT1 y DT2
- DT1: duelo temprano, con reactivaciones en transiciones vitales. Retos: autonomía progresiva, hipoglucemias, uso de tecnología.
- DT2: frecuente la culpa (“me lo busqué”) y el estigma. Trabajar la autoeficacia y metas graduadas es fundamental.
Señales de alerta: cuándo pedir ayuda
- Tristeza, ansiedad o apatía la mayor parte del día por más de dos semanas.
- Evitación persistente del autocuidado.
- Pensamientos de inutilidad o culpa abrumadora.
- Dificultades en trabajo, estudios o relaciones.
En estos casos, buscar ayuda psicológica o coaching especializado en diabetes puede marcar un antes y un después.
Conclusión
Aceptar no es rendirte. Es reconocer tu realidad para cuidarte mejor. Desde la aceptación, las decisiones importan más y pesan menos: pasa de la reacción impulsiva a la acción con sentido. Paso a paso, con amabilidad y constancia, la aceptación se convierte en una compañera práctica que protege tu energía y potencia tu bienestar.
